martes, 21 de agosto de 2018

La tecnología y la ética de alteridad: Un disfraz afectivo



Este artículo invita a contemplar, uno de los temas que más genera preocupación en la actualidad: el problema de la interacción humana y sus afectos a partir de la tecnología, dejando al vacío los factores del pensamiento y los valores sentimentales en una estrecha línea muy separada de la comprensión, la responsabilidad y sus dilemas de actuación por medio de lo políticamente correcto. Por lo tanto, este discurso se ha desarticulado hacía un punto crítico, entre la tecnología y la ética de alteridad bajo un disfraz afectivo.

Si contemplamos el contacto humano, como analogía de los procesos químicos. Es decir, en que algunos se fusionan, se separan, explotan y otros simplemente se condensan para producir cambios. Esta perspectiva, la consideramos desde lo relacional, pero en sustancia ¿dónde esta lo afectivo? 

Acá es importante vincular el concepto ética de alteridad con los afectos, porque no se ha considerado su relevancia en el plano de la interacción, una cosa es el actuar políticamente correcto y otra la responsabilidad en lo que se piensa, siente, dice y hace a nivel individual. Para esto debemos entender que estamos en una cosmovisión, en donde se le hace culto a lo superficial bajo un ego indiferenciado, vanidoso y material. Esto a permitido que la comunicación a nivel relacional con otra persona, haya sido desplazada solo al área tecnológica. 

Con esto no estoy diciendo que la tecnología sea mala y nociva en su totalidad, pero ha generado unos cambios que ya no son perceptibles, pero afectan de manera progresiva su deterioro. En donde lo relacional y lo afectivo están cada vez queda más relegado. Porque curiosamente, se supone que la tecnología buscaba unir y lo que uno encuentra es cada vez más personas disociadas, tristes y estresadas. Incluso, elevando la tasa de suicidios a nivel mundial según la OMS: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs398/es/

Entonces, el símbolo de la comunicación ha queda relegado a un disfraz, como una “máscara” más. Recurro a este símbolo, porque culturalmente, la máscara busca personificar un arquetipo de manera simbólica y así expresar su aspiración social. Pero, el problema radica en esta reflexión, porque todos sabemos que esto es tan sólo una etiqueta de adaptación, pero de creer demasiado en esta, puede que dicha etiqueta personal sea precisamente un reflejo contrario a su interior. Ante esto, es cómo la novela de Sandor Marai, el último encuentro: 


" ...Uno acepta el mundo, poco a poco, y muere. Comprende la maravilla y la razón de las acciones humanas. El lenguaje simbólico del inconsciente... porque las personas se comunican por símbolos, ¿te has dado cuenta?, como si hablaran un idioma extraño, chino o algo así, cuando hablan de cosas importantes, como si hablaran un idioma que luego hay que traducir al idioma de la realidad. No saben nada de sí mismas. Sólo hablan de sus deseos, y tratan desesperada e inconscientemente de esconder, de disimular. La vida se vuelve casi interesante cuando ya has aprendido las mentiras de los demás, y empiezas a disfrutar observándolos, viendo que siempre dicen otra cosa de lo que piensan, de lo que quieren en verdad... Sí, un día llega la aceptación de la verdad, y eso significa la vejez... Uno siempre conoce la verdad, la otra verdad oculta tras las apariencias, tras las máscaras, tras las distintas situaciones que nos presenta la vida". (Marai, 1942).


El asunto no es se quite esa máscara sino ¿Qué tipo de problemáticas genera este tipo de actitudes diplomáticas a largo plazo? Por supuesto, que malos entendidos, pero más allá de esta superficial mirada. Debemos saber que lo que se está tapando es el ropaje afectivo, generando actitudes hipócritas disfrazadas de envidia, frustración e impotencia. Por ende, el mejor ejercicio para trabajar la ética de alteridad y el trato con los demás es: la sinceridad. Recordemos lo que Michel de la Rochefoucauld nos dice en sus máximas:


"La sinceridad es una efusión del corazón. Muy pocos la tienen; y la que ordinariamente vemos no es sino un refinado disimulo para ganar la confianza de los demás." (La Rochefoucauld, 1613).


Este ejercicio no es fácil de hacer, porque las personas lo suelen asociar con el compromiso. Sin contemplar, lo que está detrás de esa máscara como ropaje afectivo. Pero esto asusta a muchos y las personas prefieren que se escondan sus más reales intereses. Decía Rabindranth Tagore que “Todos nuestros impulsos egoístas, todos nuestros deseos personales, oscurecen nuestra verdadera visión del alma, pues solo muestra a nuestro ego". (Tagore, 1913).

Por supuesto, esto es sólo una ilusión. Porque en realidad, sucede que se pierde la atención y el verdadero sentido. Donde la excusa, la falta de compromiso y la palabra, no valen o terminan convertidas en un signo (emoji) sin sustento en una conversación de WhatsApp. Pero, no existe un diálogo real y sin embargo compromete, esclaviza y sobre todo nunca se termina de desconectar. Pero, siempre sin entender que es lo que realmente está pasando. Por eso:


"La responsabilidad e importancia tan grande que existe entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos. Es vital para darse cuenta que en muchas de las acciones humanas, se disimulan entre mentiras y excusas. Porque, cuando se quita el velo de las ilusiones, la vista abarca una perspectiva más amplia y se observa como las personas piensan, sienten, dicen y hacen algo que en realidad no tiene coherencia con sus acciones. Así pues, la vida se divide haciéndose aislada y peligrosa. Ante esto, no queda más que una evidente prueba, de que reflexionar crea consciencia, pero el amor es el que nos da alma". (Hakspiel, 2016).


Así como la tendencia es que solo se escucha lo que conviene, también es importante reflexionar. ¡Sí lo que se esta escuchando es con un fin integral y vaya implicado un beneficio, de entendimiento de ambas partes, o tan ¡Sólo un intento de sacar provecho y solo beneficiarse una sola parte! 

Para Aristóteles, “la felicidad es un bien en su buena medida. Porque debe ser sin pasar por encima de nadie y conseguido en su propia pretensión”. (Aristóteles, 1911) Por eso, la ética de alteridad, considero debe alcanzar ese mismo bienestar, porque está mutuamente conectada en la vivencia emocional que se representa en la experiencia racional. 

Es acá, cuando la ética de alteridad se pone en evidencia en un mismo momento de la historia personal. Es decir, el pasado, el presente y el futuro, al mismo tiempo, donde las actitudes y los eventos se reflejan, aparecen y reaparecen mostrando una intensión. Ante esto Wittengstein nos dice:


" La ética no se puede - ni se debe- enseñar- y todo aquel que es ético no habla de ética sino que la vive; inversamente, todos aquellos que se llenan la boca con la ética y con el llamado a valores están sirviendo a otros intereses. "(Wittgenstein, 1930).


La mayoría de veces, no se comprende este proceso dialéctico entre nuestras experiencias (razones) y nuestras vivencias (emociones), porque no siempre se dará a un nivel de conversación y buena disposición pero si a un nivel de controversia e inconformidad. Porque cada persona tiene su propia construcción de realidad, símbolos y lenguaje bajo la subjetividad de sus concepciones religiosas, filosóficas, morales y éticas que las expresa con su comportamiento. Diría Lao tsé: “El alma no tiene secretos que el comportamiento no revele”. 

Esto explicaría, la influencia que ejerce el diálogo tanto en “las actitudes como en las proyecciones”(Guggenbrühl,1979) que cada persona haga. Esto es importante y se debe tener en cuenta, porque una cosmovisión influye desde lo generacional cargando conflicto, complejos y ciclos sin cerrar, que van de generación en generación por repetición. Cómo una cadena invisible. Es decir, al no haber comunicación entre las instancias conscientes con las inconscientes de la misma persona, lo que hace es proyectarlas. 

Por ende, el individuo al no elaborar o integrar esa otra parte de su ser, por medio de su experiencia individual no diferenciada, lo que va hacer es transmitir e inyectar esas mismas imágenes, símbolos, tradiciones y prejuicios, que son tanto colectivos como individuales a su próxima generación, evitando el desarrollo de la consciencia humana y afectando su capacidad de discernir sobre sus acciones y convicciones, quedando a merced de las peligrosas demandas del lado oscuro del ser humano. Ante esto Neumann dice:


“Está ligado al mal todo aquel que ha visto y no ha actuado; todo aquel que ha desviado la mirada porque no quiso ver; todo aquel que no ha visto aunque lo hubiese podido hacer; pero también todo aquel cuyos ojos no han podido ver.” (Neumann, 1949). 


Lo importante aquí, no es hacerse el desentendido, porque como solía decir Maquiavelo: "Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos". Así, que si no somos conscientes y se acepta un disfraz, donde existe una actitud sombría, habrá una proyección hacia el colectivo. Cómo en el caso de la tecnología y las propagandas de exhibir y generar marketing con el fin de vender una idea por una necesidad, utilizando las emociones para influir en la venta, pasando por encima de las fibras emocionales ajenas creando la ilusión de felicidad con el fin de seguir consumiendo e incluso llegar a atentar con la salud física (Bebidas, comidas y medicamentos). 

Por consiguiente, propiciar un desarrollo de la psique y afirmar la total aceptación de la propia imperfección, esto permite a la persona identificarse como un recorte de la colectividad. Así pues, la ética sería totalmente inobjetable. Porque al desligarse de lo colectivo, entraría solamente a determinar el reconocimiento del propio mal y experimentando así el “Unus mundus“. Es decir, generando una tendencia a la unidad de tolerarse a si mismo sin pasar por encima de nadie.

Por eso, si recordamos varios episodios de nuestra historia es producto de total inflación afectiva y acumulación de reacciones por máscaras (Lobos con piel de oveja), algo así como epidemias psicológicas que permiten las redes sociales y el marketing. Porque, ya sabemos que tanto la historia personal, como la colectiva, nos a demostrado que toda inflación del ego, que es aquella insistente negación de afectos, la cual lleva grandes cargas en formación por obra de los una no elaboración de las contradicciones internas. El conflicto así se proyecta según Jung:

“Cuando no puede hacerse consciente un estado interior, acontece exteriormente en forma de destino, es decir, cuando el individuo se mantiene unido y no llega a ser consciente de su contradicción interior, el mundo tiene que representar el conflicto y partirse en dos mitades”.  (Jung, 1948 )

Por lo tanto, el asunto de la ética de alteridad, es una gran responsabilidad, sobre todo a nivel individual. Porque "si el individuo comete un error y decide vivir el patrón a un nivel que resulta equivocado, toda relación puede estrellarse". (Von Franz, 1980). Esto puede reconocerse a través de diferentes sentimientos, que a pesar de pensarlos, en su actuar no concuerdan y se expresan de manera incompleta. Ante esto Adler diría:


“El hombre sabe mucho más de lo que comprende. ¿No será que cuando sueña, su saber está despierto mientras su comprensión queda adormecida? Si fuera así, algo semejante debería ocurrir en el estado de vigilia. Y, en efecto, el hombre no comprende nada en absoluto de su propio objetivo, a pesar de perseguirlo de continuo. No comprende nada de su estilo de vida, que, sin embargo, le liga y le aprisiona inexorablemente.”(Adler, 1935.)


Es a nivel de compensación de la realidad, donde el ego no debe verse forzado a rechazar o negar su naturaleza, asumiendo humildad de sus atributos, es decir, siendo el que es. Con esto, se daría un paso enorme, a generar una valiosa conexión con una consciencia mucho más “concientizada”. De ahí la responsabilidad que cada ser humano, tiene tanto con sí mismo como con los que lo rodean. Ya que muchas veces se nos olvida que a pesar de tener todos estos conocimientos en tecnología, cargados de poder y protocolos. Seguimos siendo solo humanos, que debemos seguir trabajando sobre nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, en lo que respecta a la actitud del comportamiento de nuestra real, sincera y honesta comunicación.



Bibliografía para aquellos que quieran profundizar:


  • Adler, Alfred. (1935) El sentido de la vida. 
  • Aristóteles (1911) Ética a Nicómaco. Alianza editorial. Madrid. 
  • Jung, Carl Gustav. (1948) Aion Contribución al simbolismo del Sí-mismo Obras completas Vol. 9/2. Editorial Trotta S.A. 
  • Guggenbrühl Craig, Adolf. (1977) O abuso de poder na psicoterapia e na medicina, sacerdocio e magisterio Achiame, San Pablo. 
  • Hakspiel, Juan. (2016) El punto ciego de la felicidad. 
  • Marai, Sandor (1942) El último encuentro. Editorial Salamandra. S.A
  • Neumann, Erich (1949) Psicología Profunda y nueva ética. Editora S.A. Buenos Aires 
  • Platón (2002) Diálogos. Obra Completa. Vol. VI: Timeo. Editorial Gredos. Madrid. 
  • Rochefoucauld, F. (1613) Máximas: Reflexiones o sentencias y máximas morales. 
  • Tagore, Rabindranth. (1913) Sadhana: The realization of life. 
  • Von Franz, Marie Louise (1980) Símbolos de redención en los cuentos de hadas. Luciérnaga S.L. Grupo editorial OCEANO. 
  • Wittengstein, Ludwig. (1930) Conferencia sobre ética